Junto a la poesía, la revolución, el sueño y la libertad, el amor ocupa un lugar privilegiado entre los temas míticos del surrealismo.
El amor es una fuerza capaz de alterarlo todo, de enmarañar los valores individuales y colectivos, de hacer pedazos lo ya sabido, y transformar la vida, arrastrándonos hacia lo desconocido.
En este amor reside, en potencia, un fragmento de la utopía, de la poesía realizada.
Como bien diría André Bretón:
Lo que he amado, lo haya retenido o no, lo amaré por siempre...
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